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domingo, 22 de noviembre de 2015

La huerta como medicina

Hortalizas de un cuadro de Meléndez
En una época en la que la industria farmacéutica no estaba desarrollada, los medicamentos naturales eran el medio común y cotidiano de curar las enfermedades. El saber popular transmitía los diferentes usos medicinales de los productos de la huerta. Y entre todos los remedios naturales que se utilizaban en 1800 os expongo un breve resumen de algunos de ellos:

El ajo era idóneo para excitar el apetito.

La  achicoria se utilizaba contra  las fiebres.

La albahaca era de utilidad tanto hojas como flor:
"Las hojas de esta planta promueven la secreción de la orina, y corroboran los nervios. Las hojas y flor fresca de la albahaca tomadas en infusión producen efectos saludables y mitigan los dolores de cabeza. Estas mismas hojas secas y pulverizadas entran en la composición de los polvos cefálicos, que se mandan para aumentar la secreción mucosa que se expele por las narices".

El anís servía contra los flatos y fortificante.

El apio se aplicaba como antiescorbútico y remedio contra las fiebres.

La berenjena, se aplicaba exteriormente para calmar las almorranas y dolores externos; y a veces también para resolver inflamaciones.

El jarabe de berza se recomendaba con utilidad para los catarros y ronqueras.

El aceite de calabaza se usaba para tratar la tos.

La cebolla era estimada como muy diurética, y se tenía por un preservativo en varias enfermedades e infecciones aplicadas en forma de cataplasma. Para curarse las verrugas solían algunos "restregarse con cachos de cebolla, y así logran el que desaparezcan de las manos o otras partes del cuerpo donde se advierten".
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La escarola la empleaban contra el escorbuto.

La escorzonera era aplicada contra el veneno en la mordedura de algunos animales.

El espárrago era considerado como afrodisíaco.

La fresa era enjuiciada de purgante usándose en las enfermedades de gota y piedra.
"El agua de raíz de fresa se emplea para quitar las manchas del cutis y aún para curar las verrugas".

De la harina de las habas se formaban cataplasmas para disolver inflamaciones.

La lechuga purificaba y refrescaba la sangre y se decía disolvía inflamaciones.

Del mastuerzo se hablaba que iba contra el escorbuto, vermífuga, contra la sarna y demás males cutáneos.

El caldo de nabo era útil "para los males de pecho y mezclado con azúcar compone un jarabe excelente para la tos y asma. Lavándose con el cocimiento tibio de nabos los pies y manos se curan los sabañones los que padecen este mal, habiendo pocos remedios tan eficaces para el intento".

El puerro era excelente para disolver las hinchazones.

La remolacha machacada con manteca fresca de vacas, era excelente remedio para las almorranas.

El fruto del tomate excitaba el apetito y confortaba el estómago debilitado por el excesivo calor.

Las hojas de zanahoria eran utilizadas como vulnerarias (para curar heridas y también magulladuras).

Y aunque  el uso medicinal de los productos naturales, principalmente de la huerta, nunca ha decaído, actualmente parece que su utilización ha cobrado un nuevo vigor con la vuelta a la medicina natural.


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