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domingo, 27 de julio de 2014

"Callejeros Viajeros": Nueva Zelanda 1800



Nueva Zelanda (nueva tierra de mar) en 1800 se presentaba como un territorio inculto y silvestre, donde las selvas y cascadas se precipitan por todas partes, en una superficie poco más grande que la mitad de España y donde se encontraban gran cantidad de animales y plantas desconocidos en Europa.
Nueva Zelanda

 Un lugar de tierra baja y arenisca en la costa, pero que conforme se adentraba hacia el interior casi deshabitado,  su paisaje se componía de elevados árboles y matorrales, rocas escarpadas, nieblas y asombrosas montañas.

Sus habitantes autóctonos, los maoríes, tenían su piel morena, labios gruesos y ojos oscuros y vivos, con cabellos negros y crespos (el hombre los llevaba atados sobre la cabeza y las mujeres cortos), ensortijado, que muchas veces colgaba desordenadamente sobre el rostro de los hombres más  jóvenes.

Los hombres tenían “arado el rostro con líneas espirales muy profundas” y las mujeres pintaban de azul los labios.

Maorís
Vestían mantos de estera tupida, de lienzo adornado de pedazos de piel de perro y bordado que se sujetaban con una especie de clavo de hueso de ballena o de piedra verde. Los adornos en el cuerpo generalmente consistían en plumas y piedras de color verde labrados.

En sus piraguas (llevaban) gran número de perros, que al parecer estimaban muchos y los tenían atados por medio del cuerpo,…después los matan para alimentarse de su carne y adornarse con sus pieles”.

Los maoríes, utilizaban lanzas y patupatus (hachas) con las que poseían una reconocida habilidad para cazar y pescar (con redes), consiguiendo alimentarse de las aves y peces que allí eran muy abundantes. Una curiosidad es que no conocían ningún tipo de licor y los únicos recipientes que utilizaban para contener los líquidos eran unas calabacitas pequeñas talladas.

Con las ramas de los árboles hacían sus chozas formadas por un techo inclinado y cubiertas de hierbas, que formaban pequeños grupos, y dormían sobre la tierra o hierba alrededor del fuego, mudándose frecuentemente a otros lugares en busca de alimento.

Las diversiones en grupo eran la música “de sonidos roncos y ásperos” con flautas y tambores construidos por ellos mismos, las canciones y las danzas gesticuladas, extendiendo los brazos y “dando golpes en el suelo con los pies alternativamente con unas contorsiones como frenéticos”.

Hacia 1800, balleneros y cazadores de focas comenzaron a frecuentar sus paradisíacas costas, pues hacía poco más de veinte años que europeos y americanos conocían detalles de este archipiélago gracias al explorador británico James Cook. Comenzaban entonces intereses financieros y comerciales sobre esta isla que modificaron radicalmente durante todo el siglo XIX su población y costumbres. La modernidad con sus ventajas e inconvenientes llegaba a este aislado territorio.

 

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