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domingo, 27 de abril de 2014

"Callejeros Viajeros":Chipre 1800

Mapa de Chipre
Una de las más grandes islas del mediterráneo y de gran riqueza de minerales en otros tiempos (su nombre viene a significar cobre), donde las llanuras áridas se alternaban con terrenos de regadío como fértiles huertas de naranjas y limones.

La ciudad de Famagusta al este del país, y Nicosia la capital de la isla, son las ciudades más destacadas a las que se les unía en importancia la ciudad de Lárnaca, famosa porque los europeos tenían allí principalmente sus factorías.

Los edificios públicos como iglesias y mezquitas, conventos y hospicios, eran de construcción en piedra, mientras la mayoría de las casas eran construidas con tierra arcillosa mezclada con paja blanqueada de talco, donde los techos necesitan continuos reparos en la época de lluvias

Existía en Chipre una gran diversidad de habitantes en cuanto a su procedencia y religión, pues aunque la mayoría eran griegos y turcos, también había armenios, libaneses maronitas, latinos (de la actual Italia) y holandeses.

Los chipriotas eran generalmente de alta estatura, sobrios en las costumbres y moderados en su actuación, aunque también se les considerada amantes de los placeres. Sus mujeres utilizaban asiduamente la henna para teñir sus cabellos.

Regida bajo el imperio turco, era evidente la influencia de la cultura otomana y un ejemplo era la manera de vestir de las mujeres: “bata hasta el suelo abierta por delante y velo, con cadenas de oro al cuello adornando los brazos con joyas”.

Las mayores producciones del país se dirigían hacia la seda, el algodón (uno de sus principales comercios) y “de los más estimados de todo Levante por su blancura, suavidad y longitud de sus filamentos”, así como las lanas, la nuez moscada y los vinos, además del trigo y la cebada.

Conocida por su abundancia de aves y caza, exportaban algunas de ellas ya cocinadas (cocidas y escabechadas) a otros países que las consideraban comida muy refinada y exquisita .

Destacaba el bazar o gran mercado que era muy concurrido y donde se ofrecían tanto los productos del país (cítricos, aves) como los llegados de diversos lugares del mediterráneo como especias y manufacturas.

Entre las fiestas más comunes y celebradas en Chipre estaban las bodas que podían ser con más de una mujer y las fiestas de circuncisión para los recién nacidos, donde los bailes y banquetes concentraba a muchos invitados.

Los turcos no ven a sus esposas legítimas hasta el días de sus desposorio de estas pueden tener hasta cuatro, de concubinas y esclavas cuantas puedan mantener”.

El Chipre de 1800, nos muestra una isla dividida entre oriente y occidente, división que sigue hoy en día entre la población turcochipriota y grecochipriota.

domingo, 20 de abril de 2014

Bando de Semana Santa en el año 1800



Procesión de disciplinantes, Goya

Manda el Rey nuestro Señor, y en su Real nombre los Alcaldes de su Casa y Corte:

Que para evitar los desórdenes que suelen ocurrir en las tres Procesiones de Semana Santa que van al nuevo Real Palacio en los días Miércoles, Jueves y Viernes Santo por la tarde, no se permita que en toda la carrera se vendan Ramos, Flor, Limas, Tostones, ni otros comestibles, ni que vayan alumbrando mujeres algunas, pena de 20 ducados, y 20 días de Cárcel.

Igualmente se manda que ninguna persona profiera palabras deshonestas, ni haga acciones impuras, pena de 20 ducados de multa, y 15 días de Cárcel aplicadas en la forma ordinaria; pues si en todos tiempos está prohibido semejante exceso, mucho más deberá serlo en la Semana Santa: esperándose que en los trajes se guardará la decencia y moderación correspondiente a la memoria de los misterios de nuestra sagrada Religión que en estos días se celebra.

También se prohíbe que ninguna persona de cualquier estado, calidad o condición que sea, sin excepción alguna, ande en Coche, Calesa, ni otro Carruaje, ni ruede en ellos desde el Jueves Santo, celebrados los Divinos Oficios, hasta el Sábado siguiente que se haya tocado a Gloria, pena de 50 ducados, aplicados por terceras partes, Juez, Cámara y Denunciador. Pues en el caso de que para diligencia precisa e indispensable tuviese que salir de Madrid, bien sea Coche, u otro cualquiera Carruaje, ha de preceder licencia por escrito del Alcalde del Quartel, a cuya prudencia queda la concesión de la licencia; y al que se aprehendiese sin este requisito, se le castigará con la misma pena de 50 ducados.

Y asimismo se prohíbe que persona alguna, sea de la calidad que fuese, pueda en las Procesiones de Semana Santa, ni en otras de todo el año, ni fuera de ellas andar disciplinándose, aspado, ni en hábito de penitente, pena al que así se hallase de día o de noche, y a los que los acompañasen con luces, o sin ellas, si fuese noble 10 años de presidio, y 500 ducados aplicados a los pobres presos de la Cárcel Real de esta Corte; y si plebeyo la de 200 azotes, y 10 años de presidio en calidad de gastador.

Y para que estas justas y arregladas providencias lleguen a noticia de todos, y ninguno en caso de contravención pueda alegar ignorancia, se publican por medio de este Bando, y de él a mayor abundamiento se fixen copias impresas, y autorizadas de Don Ignacio Antonio Martínez, Escribano de Cámara más antiguo, y de Gobierno de la Sala. Y lo señalaron en Madrid a 5 días del mes de Abril de 1800= Está rubricado”.


domingo, 13 de abril de 2014

"Callejeros Viajeros": México 1800

Plaza de México, hacia 1800
Fue llamada “la ciudad más grande, más hermosa y de más suntuosos edificios de la monarquía española”; y es que la ciudad de México estaba formada por una amplia extensión de terreno en el que se situaban casas, iglesias, conventos y edificios públicos como el suntuoso palacio del virrey, una fábrica de cigarros, la aduana, el hospicio, la sede de la Inquisición, un coliseo para las obras de teatro y una espléndida catedral que daban ejemplo de su bella arquitectura.

El interior de la ciudad estaba organizado de acuerdo a calles anchas y empedradas y tan rectas que “en tiempo de aguas es preciso pasar a hombros de indios de una acera a otra” y en sus plazas era continuo el tráfico de comercio y abasto para el numeroso público que habitaba la capital.

Los mexicanos eran conocidos por su amplio consumo de chocolate a lo largo de todo el día y por el uso del chile picante para las comidas; pero una práctica muy común de la época y que sorprendía a algunos visitantes era su afición por el tabaco, y es que sus mujeres fumaban “en exceso” llegando a llevar colgada habitualmente con una cadena o cordón una cigarrera.

Los mercados estaban muy concurridos por su variedad de alimentos: patatas, tomates, maíz, chocolate, piñas (considerada la reina de las frutas), chirimoyas. Pero también se ofrecían en las calles multitud de patos que eran cazados en la laguna y vendidos al anochecer por los indios en “puestos” por la ciudad a la voz de “¡patito entero!, ¡pato caliente!”.

El maguey (agave) era una planta que abundaba en el territorio, y con ella los indios mexicanos producían una bebida habitualmente consumida y muy demandada en todo el territorio (el pulque). Pero esta planta tenía más utilidades: con su jugo elaboraban medicinas para varias dolencias, se alimentan con el quiote (tallo), con las pencas duras y los mismos quiotes fabricaban sus casas, los trozos y las astillas servían para el fuego, de sus púas hacían agujas y alfileres, y de sus membranas conseguían una especie de fino papel, además de servir a veces como vestido.

Otro de los recursos de la naturaleza de gran utilidad para los indios era el árbol del mezquite, con el que elaboraban una especie de vino utilizado en las “debilidades del estómago” o también un preciado colirio.

Las pulquerías dispersas por toda la ciudad consistían en unos lugares constituidos sobre postes de madera y donde se vendía el famoso pulque, mientras que otros comercios muy comunes fueron las pulperías donde se vendían “ropas y comestibles mestizas” y los llamados cajones, con ropas de Europa y Asia.

La ciudad de México, era el lugar de residencia del virrey (representante y responsable de la corona española en el territorio) de Nueva España que abarcaba amplios territorios en Norteamérica y Centroamérica, el archipiélago de las islas Filipinas y algunas islas de Oceanía.

Los muchos y grandes caudales que existían en la ciudad producto del comercio y la minería, quedaba de manifiesto en el empedrado de las calles, el enlosado de las aceras, la limpieza de la ciudad con carros, los serenos y el alumbrado o los elegantes coches ingleses con cocheros mulatos.

Vestían de manera similar a los españoles de la península Ibérica, aunque los indios se distinguían en sus ropas peculiares con muchos adornos; mientras muchos hombres “de clase ínfima” iban envueltos en una manta “sin más ropa que unos calzoncillos y un sombrero”.

Eran apasionados en el juego y la danza, y aunque las fiestas de toros se celebraban con motivo de algunas celebraciones, eran las luchas de gallos las que conseguían atraer a un mayor público en los anfiteatros donde se apostaba al ganador, como entonces sucedía en Inglaterra.

Ha quedado de manifiesto en algunos escritos la dificultad que existía hacia el año 1800 en poder realizar un empadronamiento exacto de la población de México (principalmente entre los indios) y de todo el virreinato; pese a que algunos estudios contabilizan en esos años una población de más de 150.000 personas en la capital y más de cinco millones de habitantes en el territorio.

domingo, 6 de abril de 2014

"Se ha perdido"

Mujeres conversando, Goya
Es interesante conocer lo que se publicaba en el año 1800 dentro de las  “Noticias particulares de Madrid”, en un espacio dedicado a “pérdidas”, y que nos indica los curiosos objetos que desaparecían o eran sustraídos en las calles de la capital del reino.

Quien hubiese hallado una contrata de carbón, que se perdió en la calle de Preciados el día 23 de noviembre, se servirá entregarla en la administración de este ramo o en cualquiera almacén de carbón, que se dará el hallazgo.”

Quien hubiere encontrado una borrica de cría, parda, con aparejo, que se perdió el día 2 del corriente, la entregará al portero del Excmo. Sr. Duque de Hijar, quien dará razón.”

Pero también se perdían otros animales como marranos, pavos, corderos, loros, etc.

Quien haya hallado un zapato, con su hebilla de plata, que se perdió el domingo 19 pasado, después de anochecer, desde la puerta de San Vicente, hasta el medio del puente de Segovia, le entregará en la calle del Mediodía grande, casa del Sol, quarto tercero, preguntando por la Señora Gabriela, quien dará el hallazgo.”

Y entre los objetos no era raro encontrar que lo que se echaba en falta eran paraguas, camisas, vestidos, mantillas,  pañuelos, capotes, calzones o abanicos.

El día 30 del pasado entregó Josefa de Orobio a un carretero en el puente de Barcas una escusabaraja, y otros atados de ropa, y la dicha Josefa ignora donde fue a parar el carro, por haberse apeado pasado el puente largo a buscar una mantilla que se la había olvidado en el mismo puente, y a su vuelta a Valdemoro ya había salido, por lo que no fue posible alcanzarle. Se suplica a quien lo haya recogido lo entregue en la calle de la Puebla, frente a la casa de la Sra. Marquesa de la Regalta, donde hay un cerrajero en el portal, quarto segundo, que se darán más señas y el hallazgo.”

Como se ve la ropa a veces se perdía en una escusabaraja (canasto con tapa), pero otras veces las prendas iban en mantas o pañuelos que se ataban por las esquinas. 

Sobretodo se publicaban las pérdidas de hebillas y relojes, cajas de oro y plata para tabaco, llaves, bolsos y carteras con monedas, billetes del Banco Nacional, anillos y pendientes, botones de oro, documentos importantes (como títulos, pasaportes, libramientos o cédulas), pero también se reclamaban otros objetos como un banquillo de un coche, un peine con adornos en oro, un título de maestro de esgrima o un almohadón de sofá.

La gratificación en “se dará el hallazgo”, algunas veces consistía en veinte reales al que entregara la pérdida a su dueño.